Un nieto del fundador de la cervecera
holandesa, Alfred Heineken y, cómo no, un arquitecto, John Habraken, idearon en
la década de los 60 una botella que pudiese reutilizarse, tal cual una vez
consumida, como ladrillo para construcción.
La idea de construir con esos “ladrillos”, a
los que bautizó como WOBO, surgió tras la visita de Heineken a una isla caribeña
en la que vio como los habitantes recogían el material que ensuciaba sus playas y
construían con ello chabolas. Aunque esta idea de aprovechar las botellas para
construir viviendas ecológicas fue desechada por la compañía, he de
reconocer que las imágenes y la idea son muy sugerentes.
Parece que eso debe pensar también la
compañía, porque en la idea de piezas que encajan como el Lego siguen
insistiendo, a juzgar por sus últimos diseños...
¡Que tengáis un gran fin de semana! Hoy,
como excepción, abramos una cerveza para inaugurar el primer fin de semana de
Primavera y color…
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