2013/05/23

7 maneras de arruinar mi visita a una bodega

Hace unos días, un seguidor del blog me decía que siempre pongo bien a las bodegas que visito y que parece que todo sea perfecto, y que pequeñas críticas pero en detalles menores es todo lo que suele haber en mis posts sobre enoturismo.
Y puede que sea verdad.
Imagen de http://www.saksfifthavenue.com/Entry.jsp


También es cierto que, cuando uno va a un sitio de visita, a disfrutar el día y en plan turismo, está relajado y no es tan duro como cuando vas a una visita de trabajo o cualquier otro tema. Parece que una cita el domingo por la mañana, hablando y viendo temas que te apasionan, vino, diseño y construcción en mi caso, no puede tener muchas pegas, pero no siempre es así…
Así es que he decidido escribir aquí algunas de las cosas que en mis visitas a bodegas de diferentes lugares (no solo españoles) han hecho que ese rato de disfrute no lo sea tanto, o que mi recuerdo de esa cita haya quedado empañado (incluso arruinado).

 
Os dejo aquí esas 7 perlas (menores o no tanto), las que más recuerdo (por desgracia) y sin ánimo de ofender a nadie, que me gustaría no ver repetidas...


1 No inventen, por favor.

Normalmente cuando vamos a conocer una bodega, se nos presupone un cierto interés y conocimiento del tema, vale, quizá no todo el que va a una bodega tiene conocimientos previos pero, por favor, por los que no vamos en blanco… Cuando alguien pregunta algo, lo que sea, y quien esté guiando la visita no sepa la respuesta, que no se la invente!  Por favor! Porque cuando,  yo al menos,  me doy cuenta de que me están contestando cualquier cosa, y no me cuadra, dejo de confiar ya en el resto de la información que nos dan… y desconecto, y me aburro. No es más fácil decir no sé, lo consulto…

2 Eh! Ya sé que es fin de semana, por eso estoy yo aquí…

Claro, es fin de semana, el momento perfecto para hacer enoturismo, para disfrutar sin prisas de un rato en una bodega, así que no me agobien con el tiempo, no me hagan sentir que me hacen un favor porque me reciben en fin de semana y, no me digan a qué hora terminará la visita cuando empezamos…
 
3 Accesibilidad, por favor!

En una bodega centenaria, en una construcción antigua no podía estar prevista la accesibilidad a las distintas áreas de la bodega, ni si quiera quienes lo construyeron pensaron que alguien que no fuese un operario de la bodega llegaría a visitar nunca la mayor parte de las instalaciones.

Pero lo siento, en una bodega del siglo XXI, que dice estar orientada al enoturismo, con toda la inversión económica y tecnología del mundo, no se pueden admitir tramos de escaleras de chapa lagrimada en el recorrido, pasos angostos y elementos no adaptados para cualquier visitante.

4 Véndame lo suyo sin intentar pisar a nadie.

Es una de las cosas que menos veces me ha sucedido, pero sí que he visitado alguna bodega de una denominación de origen, que queriendo venderme las bondades de sus vinos y de su tierra, tiraba por tierra a otras denominaciones y calificaba al resto de vinos enfermos o pobres… En fin, intente venderme lo suyo sin meterse con nadie, si es que puede…

5 Y la cata, es un placer, no?

Esto sí que revienta cualquier visita… Por Dios, que quien va a dirigir una cata de sus vinos después de enseñar la bodega y explicarnos toda su filosofía, lo haga con cariño, con interés, que le guste el vino y se note, no??? No sé si escribí ya sobre esto, pero no soporto que me suelten un soniquete aprendido en la cata sin oler siquiera su copa y sin probar el vino…
Admito que esto nunca sucede en pequeñas bodegas, en negocios familiares, cuando quien te enseña “su casa” vive realmente lo que te sirve y quiere que lo quieras tanto como ellos.
6 No, gracias, aquí no.

Hoy en día, las bodegas ofertan sus visitas casi en todos los casos incluyendo una cata de sus vinos, o de alguno de ellos, como colofón o complemento de la cita, pero no me vale de cualquier manera ni en cualquier lugar.
Recuerdo todavía una de mis visitas del último año, a una nueva gran bodega, en la que al final de la cita, después de recorrer las instalaciones durante más de una hora, volvimos al vestíbulo de entrada, donde con un frío horrible, de pie y a toda prisa nos ofrecían una cata de vino a la vez que nos soltaban unos folios con las tarifas y nos despedían… 
 
Y los compañeros de visita...

 


Tranquilidad por favor, no estamos en una clase de máster, ni una visita turística es algo tan serio como parecen tomárselo algunos visitantes con los que me he encontrado. De hecho, hay veces que siento molestar haciendo fotos en algunos momentos, por no mencionar cómo reaccionan algunas personas por el hecho de que haya niños en una actividad de este tipo (cuando estos se comportan mejor que algunos adultos…).

Estas son las maneras de estropear mi perfecta visita de enoturismo, ¿estáis de acuerdo  conmigo? ¿Añadiríais alguna más? O quizá soy yo muy rara y exigente…  Me encantará saber vuestra opinión.

 

¡Salud!
 
 



 

6 comentarios:

  1. Enhorabuena por el post! Me ha gustado mucho! Conforme lo leía me han venido muchas imágenes a mi cabeza de experiencias similares.

    Lo de la chapa lagrimada... Podrías mojarte un poco decir en qué bodega nueva la has visto, no? Aunque sea en "petit comité".

    Un abrazo,

    Carlos

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    1. Carlos,

      Gracias por tu comentario. Voy a buscar una foto de la escalera de chapa para que haya pruebas... Verás, verás. No es que no me guste, soy partidaria de utilizar mínimos recursos siempre que es posible, pero una visita de 50 personas subiendo a la vez por ella... No veas lo que puede sonar!

      Un abrazo,

      @evazzm

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  2. Respuestas
    1. Javi, Gracias, veo que esto te ha gustado más que los vinos del anterior post, y me alegro porque veo que eres muy exigente.
      Un abrazo,

      @evazzm

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  3. Hola Eva,

    Acabo de descubrirte y me ha gustado mucho el blog y seguiremos en contacto.

    Un saludo,

    Jacinto

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  4. Jacinto,
    No sabes cuánto me alegro! Espero con ganas tus comentarios, estaremos en contacto, Un saludo,

    @evazzm

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